Hablar de condiciones de igualdad a nivel social y profesional es muy fácil, el reto es cambiar los paradigmas que nos han acompañado por años para erradicar la cultura de la desigualdad. Si queremos construir sociedades más igualitarias todas debemos contribuir desde la posición en la que estamos, muchas veces se piensa que el cambio debe venir solo desde las instituciones, es cierto que a nivel regional es necesario promover políticas públicas que faciliten la incorporación de las mujeres a la vida laboral en condiciones de igualdad; sin embargo, hay otras acciones a nivel micro que se pueden realizar para lograrlo.
El mundo se está digitalizando, de eso no tenemos la menor duda, esto significa que la tecnología se convierte en un aliado en cualquier área, el trabajo remoto, la educación a distancia, o la telemedicina no hubieran sido posible en el contexto actual sin la conexión a internet, los dispositivos móviles y las computadoras. Hoy por medio del celular es posible tomar clases, comprar, disfrutar de una película y platicar con la familia y los amigos. Este entorno digitalizado seguirá creciendo, lo que significa más puestos de trabajo, más formación y capacitación; en ese sentido es importante incentivar un rol más participativo de las mujeres, vamos a necesitar a más profesionales en el área, tanto hombres como mujeres, la demanda laboral va en aumento y me gustaría ver que muchos de esos puestos de trabajo sean ocupados por mujeres.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el 2030, el 80% de los empleos serán reemplazados por carreras STEM. Organismos internacionales han realizado estudios de la situación actual de las mujeres que estudian y laboran en áreas STEM (ciencias, tecnología, matemáticas, ingenierías) a nivel mundial y en América Latina, los hallazgos son interesantes y muestran que aún quedan cosas para hacer. Datos del informe Las mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería en América Latina y El Caribe realizado por UNU Mujeres y la UNESCO muestran que, en el 2017, del total de investigadores en ingeniería y tecnología, las mujeres son minoría, el país con el mayor porcentaje fue Uruguay con un 36 %, mientras que en Bolivia y Perú la cifra era de 19 %.
Ocupar una posición de liderazgo en una industria que por muchos años ha sido masculina no es fácil, pero tampoco imposible. Las mujeres tenemos cualidades para destacar en cualquier área, y como mencionaba al inicio romper la brecha de género es una responsabilidad compartida. Del lado de las compañías es propicio implementar políticas laborales que promuevan el talento sin etiquetas de género, cerrar la brecha salarial, entre otras medidas.
A nivel personal nosotras tenemos que motivar e incentivar a que cada vez más mujeres inicien una carrera en esta industria, brindar nuestro apoyo para su crecimiento profesional y personal, ser solidarias en todo sentido. He comprobado los beneficios al interior de los corporativos de contar con talento femenino pues hablar de innovación requiere de un cambio de perspectiva para hacer frente a los retos y entre más diversas las opiniones más se enriquece la propuesta de soluciones. Estoy convencida de que una fuerza de trabajo diversa es un activo sustancial de las empresas, la diversidad de opiniones facilita la innovación en toda la cadena de valor de las industrias, las mujeres aportamos nuestro valor más allá del género, somos una fuerza de trabajo comprometida y valiosa que debe hacer escuchar su voz.
Por otro lado, cuando las mujeres ingresan al mercado laboral hay una contribución directa a elevar su seguridad económica y de salud, en beneficio de sí mismas, su familia, la comunidad y las empresas.
Así como las mujeres necesitamos de mayores oportunidades, la sociedad requiere del talento femenino para su prosperidad y desarrollo. El área STEM y las empresas de tecnología estamos en constante desarrollo e innovación y para lograrlo nuestros objetivos requerimos de la visión, el compromiso y la responsabilidad de las mujeres.